Articulo Original
https://doi.org/10.22463/25909215.3341

El Trabajador Social en contextos escolares: una mirada desde la orientación vocacional y ocupacional

Perception of the school feeding program (pae) in the airport municipal school, commune 6 of the municipality of San José de Cúcuta under the food security approach.

Jennifer Valentina Veloza-Soler1*
José Hoover Vanegas-García2*
Audin Aloiso Gamboa-Suárez3*


1* Trabajadora social en formación, vveloza@unicolmayor.edu.co . ORCID: 0000-0002-8630-2813. Colegio Mayor de Cundinamarca, Bogotá, Colombia.

2* Doctor en Filosofía, ovgster@gmail.com . ORCID: 0000-0002-1424-7990. Universidad Autónoma de Manizales

3* Doctor en Ciencias de la Educación, udingamboa@ufps.edu.co . ORCID: 0000-0001-9755-6408. Universidad Francisco de Paula Santander, Cúcuta, Colombia.


Como citar: J.V. Veloza-Soler, J.H. Vanegas-García, A.A. Gamboa-Suárez, “ PEl Trabajador Social en contextos escolares: una mirada desde la orientación vocacional y ocupacional.”. Perspectivas, vol. 6, no. 1, pp. 42-55, 2022.

© Peer review is the responsibility of the Universidad Francisco de Paula Santander.This is an article under the license CC BY 4.0

*Autor para correspondencia audingamboa@ufps.edu.co (Audin Aloiso Gamboa-Suárez)


Received: September 12, 2021 Approved: November 19, 2021.


Keywords

Social worker, vocational counselling, occupational guidance, school contexts.


Abstract

Social workers are part of the formal, non-formal and informal education system. They play a role in education in the Educational and Psychopedagogical Guidance Teams; they educate vulnerable people outside the formal system, and guide users in values, behaviours and thoughts from their three methods of intervention: individual, group and community, where individuals, after the improvement of their problems, and the work implicit in this improvement, learn and configure their ways of sharing knowledge and acting. This article shows the importance of the role of the social worker in educational contexts from the perspective of vocational and occupational guidance. It analyses elements related to the main international and national research; and theoretical elements such as school interdisciplinarity, the Social Worker as an educational counsellor and the systemic model in the school environment.


Palabras claves

Trabajador social, orientación vocacional, orientación ocupacional, contextos escolares.


Resumen

Los trabajadores sociales forman parte del sistema educativo formal, del no formal y del informal. Ocupan en la educación un rol en los Equipos de Orientación Educativa y Psicopedagógica; educan fuera de la formalidad a personas vulnerables, y orientan en valores, comportamientos y pensamientos desde sus tres métodos de intervención: individual, grupal y comunitario, donde los individuos, tras la mejora a sus problemáticas, y el trabajo implícito en esta mejora aprenden y configurar sus formas de compartir conocimientos y accionar. El presente artículo muestra la importancia del rol del Trabajador Social en los contextos educativos desde una mirada de la orientación vocacional y ocupacional. Se analizan elementos que se relacionan con las principales investigaciones en el ámbito internacional y nacional; y elementos teóricos como la interdisciplinariedad escolar, el Trabajador Social como orientador educativo y el modelo sistémico en el ámbito escolar.


Introducción

La orientación vocacional y ocupacional plantea retos en el Trabajo Social en materia de la socio-psico-pedagógica y en la comunicación asertiva con adolescentes para acompañarlos en esta etapa de búsqueda y de anhelo de una auténtica identidad (Chaparro Rodríguez, Jaimes Márquez & Prada Núñez, 2018). Ya que según Nuccelli y Sánchez (2017) con línea de intervención

Se espera orientar a las personas para que logren ser autónomas y proactivas, amplíen el conocimiento de sí mismo y aprender a tomar decisiones con responsabilidad, preparándose para las transiciones, facilitando a su vez la instrumentación de los recursos personales en función de una elección madura de un proyecto de vida, como también promoviendo la inserción social mediante roles ocupacionales bien elegidos. (p. 127)

El Trabajo Social educativo ha tenido variadas definiciones, pero queriendo resaltar su importancia dentro del campo global y dejar atrás su delimitación de actuación a las necesidades especiales; entendiendo que dicha actuación se ha ampliado y que, como menciona Errazu, Romea & Pescador (2019) se fue dirigiendo a “formar parte de equipos de orientación en los que su labor está más centrada en la coordinación con recursos externos, la relación familia-escuela y la coordinación en el propio centro que en el trabajo individualizado con el alumnado” (p. 24). Algo parecido ocurre con la definición de orientación, que nos brinda Bisquerra (1990) citado en Galilea (2002) y quien a su vez amplía este término:

La orientación no es un proceso puntual, sino continuo en el tiempo; no se dirige sólo a las personas con necesidades especiales, sino a todo el mundo. Se persiguen como objetivos: el desarrollo de la persona, y la prevención de problemas de toda índole; se interviene a través de programas. (p. 2)

El Trabajo Social participa, apoyado en la interdisciplinariedad, en diversos contextos sociales, desde la familia, los grupos, las comunidades y el individuo; involucra su actuación a variados campos como la salud, la discapacidad, la justicia, y la educación (Riveros Porras, Carrillo Sierra, Silva Monsalve & Galvis Velandia, 2019; Prato, Hernández Vergel, Fuentes Liévano & Gamboa Suárez, 2018), siendo esta última el foco específico de este documento y bajo el cual el papel del trabajador social, según Cívicos, González, Pérez y Hernández (2006) “[...] se entiende el TS como conocimiento y acción útil que facilita dinámicas de expansión de posibilidades, de capacitación de los recursos humanos, de democratización del conocimiento y de conformación de estructuras sociales más avanzadas y libres” (p.1).

Dichos autores resaltan la dinamicidad de los contextos sociales y cómo las instituciones educativas también se ven involucradas en el cambio y requieren una evaluación constante que responda a las necesidades del cuerpo académico y de un diagnóstico, planeación y ejecución que incluyan organización y desarrollo en la institución educativa, cuando afirman que es “evidente que las necesidades de siempre se expresan en cada momento histórico de forma diferente y en este tema, reclaman o demandan nuevas ofertas formativas y pedagogías más atractivas (algunas tan viejas como el diálogo socrático)[...]” (p. 9).

Dentro del ámbito escolar, el Trabajador Social puede intervenir de varias formas. En este escrito se verá su relación con el asesoramiento, el apoyo académico y la coordinación mediante el diálogo en las consultas con maestros, padres y administradores para la mejora pedagógica, la implementación de planes que orienten y guíen hacia el futuro deseado por los adolescentes (Zambrano & Vázquez, 2019; Oliveras Del Río, Vigo Rivera, Johnson, Rivera Peña & Silva Martínez, 2018), la identificación de sus habilidades y actitudes dentro del contexto escolar y aquel acompañamiento de enfoque holístico que tiene en cuenta cada contexto en que se desarrolla el niño y los recursos que hay en ellos. Teniendo en cuenta lo anterior, se destaca el papel del trabajador social escolar, es decir, dicho rol en el que se maneja la línea de intervención orientación vocacional y ocupacional, definido por la Nacional Association of Social Workers (2012) citada en Errazu, Romea y Pescador (2019) define al trabajador social escolar como “[...]profesionales de salud mental capacitados que pueden ayudar con problemas de salud mental, problemas de comportamiento, apoyo conductual positivo, apoyo académico y en el aula, consultas con maestros, padres y administradores, además de brindar asesoramiento/terapia individual y grupal” (p. 13).

En España, en 1993, después de la creación de los equipos de orientación educativa y psicopedagógica (EOEP), que reunía dos recursos educativos, a saber: equipos multiprofesionales (EEMM) y los servicios de orientación escolar y vocacional (SOEV); se da un nombramiento al trabajador social dentro de la escolaridad como profesor técnico de formación profesional en la especialidad de servicios a la comunidad (PTSC) (Fernández, 2014), concepto que se define por González (2017) como aquellos profesionales que orientan su actuación, a la diversidad, como primer eje del papel del trabajador social en la educación, pero también dirige está a “[...]la docencia en diversos ciclos formativos de la familia profesional de Servicios Socioculturales y a la Comunidad.[...]” (González. 2017, párr. 2). Además, el importante papel del factor de interdisciplinariedad que caracteriza al Trabajo Social adquiere protagonismo en la escolaridad en la medida que dichos tipos de intervención deben realizar su labor o trabajo en “equipo e interdisciplinarmente y, necesariamente, en coordinación con los diferentes recursos y servicios del sector geográfico de actuación” (Fernández, 2014, p. 6).

La Orientación Vocacional se define como el “Proceso sistemático de ayuda, dirigida a todas las personas en período formativo, de desempeño profesional y de tiempo libre, con la finalidad de desarrollar en ellas aquellas conductas vocacionales que le preparen para la vida adulta, mediante una intervención continuada y técnica, basada en los principios de prevención, desarrollo e intervención social, con la implicación de los agentes educativos y socioprofesionales” (Álvarez, 1995, p. 36).

Siguiendo a Ceinos (2008), citado en Ureña y Barboza (2015) la Orientación Vocacional "pretende favorecer algo más que la elección profesional, ya que ha de intentar que la persona logre un óptimo desarrollo vocacional, al tiempo que ha de ser capaz de diseñar, interiorizar y desarrollar su propio proyecto profesional" (p. 3).

La orientación vocacional, toma sus referentes cuando el maestro guía o asesora, basándose no solo en el rendimiento académico de su educando, también en la identificación de potencialidades según un currículum y unas prácticas de aula aplicadas las necesidades del contexto. En este sentido, Stenhouse (1987) afirma que: “las ideas de currículo deben ser entendidas y han de serlo en su relación con la práctica, debe ser susceptible de aprendizaje como destrezas y hábitos” (p.137).

Entendiendo a Cribbin (1973) la importancia de la orientación profesional radicaba, en primera instancia, en la identificación de las capacidades y en la bienvenida a la sociedad civil de los adolescentes como personal capacitado:

La importancia de la Orientación Profesional, estaba en reconocer que la sociedad se hacía responsable de vincular el personal capacitado para realizar ciertas tareas, reconociendo en el individuo el derecho a la dignidad y a recibir asistencia personal en momentos de necesidad; exigiendo un estudio amplio del estudiante en su entorno social, identificándole como un ser capacitado, dotado para actividades en las cuales tiene experiencia. (p. 165)

Respecto a la propia persona y abarcando la dimensión individual, la orientación también cumple un papel decisivo según el mismo autor:La orientación al individuo debería estar enfocada en brindarle condiciones para aprender a vivir una vida mejor, aplicada en el momento justo, le permitiría desarrollar la iniciativa, la responsabilidad, la independencia y la auto orientación del mismo estudiante, que se enfocaría al desarrollo físico, intelectual, emocional, social y espiritual de sí mismo. (Cribbin; citado en Cruz, 2013, p. 31)

Por último, mencionaremos el papel de la práctica de esta enseñanza en orientación vocacional y ocupacional desde la escolaridad y cómo se deben gestionar y administrar estos procesos durante toda la escolaridad, señalando la importancia de la presencia de un profesional con habilidades sociales y capacidad de gestionar la interdisciplinariedad. Así, Bausela (2018) afirma que:

La orientación y la educación para la carrera se concibe como un proceso que ha de desenvolverse a lo largo de toda la escolaridad, compartida por la institución escolar, la comunidad social y la empresa, adquiriendo un claro protagonismo la simulación de las experiencias laborales. (p. 7)

En un proyecto realizado en Cúcuta, Norte de Santander, por Pérez (2018), se evidenciaron como necesidades principales la identidad y la delincuencia, teniendo en cuenta que esta última se ve imbuida en la problemática de identidad. El autor resalta al inicio del texto la deficiencia de una orientación vocacional y ocupacional, mencionando los vacíos escolares de la institución Colegio Integrado Juan Atalaya. Se destacan entonces estos vacíos como campos en los que puede influir un trabajador social en la línea de orientación vocacional y ocupacional:

[...] problemas de identidad y delincuencia como la presencia de conductas delictivas (robos y consumo de sustancias psicoactivas) en la población caracterizada, proyectando que existe deficiencias en los estudiantes en cuanto al reconocimiento de quien es, de conocer sus habilidades y fortalezas y la necesidad de ser aceptado con el entorno social que lo rodea, sumado a la falta de valores para elegir una conducta y grupo socialmente aceptable. (p. 6)

El mismo autor destaca la importancia de reforzar “destrezas de comunicación y sociales” desde el área psicosocial de la terapia ocupacional, incluyendo en esta:

[...] la comunicación asertiva, la expresión de las emociones y las relaciones interpersonales que faciliten comportamientos adaptativos en los estudiantes para favorecer y mejorar el ambiente escolar en el que se desempeñan, ya que los resultados del proceso de caracterización ya referidos demuestran que la situación se ha convertido en una problemática social de la institución, aportará y beneficiará dicho ambiente mejorando el respeto, la comunicación y la interacción entre estudiantes y contribuye a disminuir los índices de hostigamientos, riñas, destrucciones y agresiones. (Pérez, 2018, p. 7)

También es cierto que muchos estudiantes egresados de bachillerato no continúan sus estudios o simplemente desertan antes de terminar y recurren a ocupaciones solo por los recursos económicos que les generan para el sustento de su familia, que es la necesidad que deben satisfacer inmediatamente, pero no por tener preparación en estos o haberlo elegido previamente como mejor campo para desempeñarse. Por esto Gómez (1993) propone “La Educación Técnica” como impulsora del campo ocupacional “[...]ésta es una modalidad “bivalente” de bachillerato, que califica tanto para la continuación de estudios postsecundarios a quienes puedan y quieran hacerlo, como para el ingreso al mercado de trabajo en ocupaciones técnicas relacionadas con la Especialidad[...]” (p. 11); dándole así relevancia a un proceso que “flexibilice y diversifique las oportunidades de inserción de la juventud en el mundo del trabajo o de la educación superior, facilitando así el difícil proceso de transición entre la juventud y el mundo adulto” (p.12).

El mismo autor intenta abordar también la necesidad de desarrollar la personalidad, valores positivos respecto al trabajo y los saberes como contribución a la economía y a la sociedad de Colombia:

Estos aportes al desarrollo de la personalidad se complementan con el énfasis que se le otorga en este tipo de educación a la formación de valores positivos respecto al trabajo: cooperación, disciplina, eficiencia, calidad, responsabilidad, entre otros. Así mismo se enfatiza la valoración de los conocimientos y destrezas técnicas, y de las profesiones técnicas, y se relieva su contribución al desarrollo social y económico del país. Estos son valores necesarios en la modernización productiva de toda sociedad. En este sentido, este tipo de educación secundaria representa una experiencia positiva de “socialización” de la juventud en los roles, valores y normas de la sociedad adulta. (Gómez, 1993, p. 12)

Contextos investigativos

Dentro del contexto internacional nos parece relevante citar un estudio realizado por Iglesias y Ortuño (2018), quienes pretendieron estudiar el estado del arte de la mediación escolar en España, así como indagar en la oportunidad social que representa la cultura de la mediación en las escuelas y las aportaciones de la intervención del Trabajo Social a su impacto social. En este escrito se recurrió al análisis documental de la literatura de referencia en la materia que nos permitirá determinar el estado de la cuestión a través de lo más recientes avances y aportaciones. Se evidenció la incorporación de una iniciativa en la institución educativa que supone capacitar, concienciar y empoderar a individuos que serán futuros ciudadanos educados en el valor de la convivencia, la colaboración y las relaciones sociales positivas como elementos indispensables para el bienestar social.

Rodríguez (2015), a través de su investigación basada en la temática del rendimiento escolar y la intervención del Trabajo Social, pretende diagnosticar la realidad presente en relación con los problemas más frecuentes presentados por los/las estudiantes, además, logra describir la función del/la trabajador/a social en el área educativa, indicando las características más relevantes. En este estudio, de enfoque cualitativo, se utilizaron técnicas y herramientas como las entrevistas y las visitas domiciliarias; a partir de las cuales se obtuvo la premisa de que la comunicación en la familia y en la escuela podría ser la solución al bajo rendimiento escolar, teniendo en cuenta que la educación de los hijos e hijas no es responsabilidad aisladamente de la escuela o de la familia, sino de un trabajo conjunto de las partes; así mismo, se pudo apreciar que existen varios problemas que perjudican de una u otra manera el rendimiento escolar del/la niña/o.

Por su parte, Moreira y Vinces (2014), planteó como objetivo de su estudio el determinar la labor que ejerce el trabajador social en las unidades educativas fiscales y particulares de la ciudad de Portoviejo, utilizando el apoyo de los siguientes métodos: participativa, la cual permitirá que todos los involucrados participen en las actividades que se desarrollarán; analítica, porque permitirá analizar los resultados que se logre del mismo y, reflexiva que permitirá concienciar y valorar la importancia de la práctica y de la aplicabilidad de las funciones del trabajador social en el área educativa. Dicho aporte teórico permitió evidenciar que los trabajadores sociales hacen las veces de docentes, ejerciendo funciones como orientar, asesorar y coordinar acciones con otros profesionales dentro del ámbito educativo y los padres de familia para llegar a un buen entendimiento con los alumnos.

También se trae a colación la perspectiva del estudio investigativo de Silva (2016) desde Lisboa, Portugal, con su valoración de los Servicios de Psicología y Orientación desde los estudiantes y su propuesta de cuestionario, denominado este “Orientación Vocacional”. Sus 27 ítems son de tipo Likert, es decir, las opciones de respuesta son a modo de escala; las dos partes de la estructura del cuestionario son de acuerdo a dos tipos de escala del mencionado modo Likert. Además, dicho autor tuvo en cuenta la prueba de Mann-Whitney, para realizar la comparación de individuos masculinos y femeninos en las respuestas al cuestionario SPO. Los resultados de este estudio indicaron que la mayoría de los 114 estudiantes consideraron que los SPO comprenden sus necesidades, más, sin embargo, el 39,5% considera que sus dudas no quedaron aclaradas.

Por último, pero no menos importante, se alude a Piantanida (2019), en la ciudad de Río Cuarto, Argentina, quien buscó contribuir en el desarrollo de procesos de orientación vocacional y ocupacional para adolescentes que asisten al Centro de Atención para el Discapacitado Auditivo (C.A.D.A.) utilizando una metodología de enfoque cualitativo de diseño exploratorio-descriptivo y de corte transversal; la técnica de muestreo es no probabilística, de tipo intencional, y para la recolección de datos se sirvió de entrevistas semiestructuradas. Piantanida nos propone, a través del resultado de su investigación, una intervención que contemple talleres grupales como herramienta clave, destinada a generar espacios adecuados que inviten a la reflexión y a repensar los procesos de orientación vocacional ocupacional, buscando deconstruir ciertas concepciones en torno a la sordera, que ubican a estos sujetos siempre con relación a la falta. Cabe destacar que la intervención propuesta aquí puede ser sostenida en el tiempo, adaptándose a cada nuevo grupo que recorra el paso por el C.A.D.A y siempre teniendo en cuenta las necesidades de los estudiantes y los duelos que están atravesando; el sostener esta intervención en el tiempo permitiría abordar con más profundidad los casos particulares que así lo ameriten para que todos puedan aprender a elegir qué hacer, quien ser y cómo hacerlo una vez finalizada la escolaridad.

Desde el ámbito nacional tenemos diversas participaciones de académicos que nos ofrecen experiencias del pasado para que las aprehendamos y podamos expandirlas. Ya que el interés del presente estudio es la caracterización del trabajador social en el marco de la orientación vocacional y ocupacional dentro del contexto escolar, se menciona para los lectores a Tobón, Santa y López (2017) y a su aporte focal dirigido a población vulnerable, pues desde allí es de donde parte la labor del trabajador social hacia el ámbito de la escolaridad. El objetivo de trabajo de estos autores se orientó a indagar sobre la importancia del quehacer del trabajador social en la orientación vocacional y en el ámbito educativo en general, con estudiantes que se encuentran en situación de vulnerabilidad, logrando obtener descubrimientos e interpretaciones hermenéuticas con base en los resultados de una investigación de enfoque cualitativo y de tipo descriptiva, donde se utilizaron como técnicas la encuesta, la entrevista estructurada, el árbol de problemas, la observación y la revisión de documentos; estos resultados teóricos resolvieron la cuestión inicial: se resaltó la importancia del rol del trabajador social con población vulnerable brindando asesorías de orientación vocacional, dando pautas para obtener hábitos de estudio, realizando actividades que apuntaron al proyecto de vida y potenciando a su vez las capacidades que cada estudiante posee con el fin de ayudar a clarificar la vocación que estos elijan para su futuro.

Asimismo, cabe destacar la intención de Passos (2019) para dar a conocer a la comunidad académica local, regional y nacional las funciones y los aportes que han hecho los trabajadores sociales en esta importante área de la enseñanza y el aprendizaje. Para este propósito se utilizaron como estrategias metodológicas las fuentes de información que estuvieron representadas por las personas y documentos o actividades de donde proceden los datos que sirvieron de base a las inferencias lógicas realizadas en el proyecto, entre ellas: documentos originales, tesis, artículos de revistas, apuntes de investigación, entrevistas y revisión bibliográfica. Este análisis permitió sistematizar las principales experiencias y vivencias de los trabajadores sociales en el área de la educación para construir posteriormente un documento confiable y preciso que aborde dicha temática y sirva de ilustración permanente a la comunidad científica local, regional y nacional.

Por otro lado, desde Pasto, Colombia, tenemos un aporte dirigido a generar procesos de empoderamiento en jóvenes entre 15 y 27 años en situación de desplazamiento, asistentes a la Unidad de Atención y Orientación (UAO) de la Alcaldía de Pasto, mediante la resignificación de sus imaginarios de victimización, así como a través de la orientación vocacional, profesional y laboral. Dicho estudio, de enfoque cualitativo y de tipo “investigación-acción”, presume cómo los jóvenes objeto de intervención lograron revalorar una serie de representaciones sobre sí mismos y acerca del desplazamiento, así como construir planes de vida y emprender acciones productivas; Ricaurte, Ojeda, Betancourt y Burbano (2013) obtuvieron dicha respuesta al presente estudio mediante la observación, las entrevistas individuales - semiestructuradas, grupos focales, talleres grupales e intervención clínica.

Siguiendo con los conocimientos emanados desde el ámbito nacional, tenemos una investigación dada en Cartagena por Cantillo (2017), quienes inquieren para obtener de las diversas experiencias particulares elementos para enriquecer los espacios de fortalecimiento de habilidades propuestos desde el proyecto de fomento y ayuda para la educación superior, de la corporación Dios es Amor; logrando esto a través de la IAP o Investigación Acción Participativa; existen dos fases que hicieron parte de la metodología para la sistematización, las cuales fueron: las habilidades sociales y las habilidades comunicacionales. Las técnicas utilizadas fueron la cartografía social, el mapa de problemas, matriz problematizadora, talleres temáticos y lúdicos, y técnicas narrativas y de diálogo. Los resultados de la investigación se entendieron a partir de las actividades propuestas, a saber: Los jóvenes entendieron que deben ir proyectando sus vidas a ciertas decisiones que permitan potencializar sus habilidades y elegir de mejor forma sus carreras profesionales; cada joven reflexionó sobre sus habilidades sociales, y conocimiento de sí mismo, con temáticas como autoestima, el yo y el que quiero ser; una dinámica más generó en los jóvenes el diálogo y permitió fortalecer el conocimiento sobre su compañero, además de que cada uno hablara sobre sí mismo, sus talentos, habilidades y se respondieran a sí mismos ¿Quién soy?, y, como último resultado, se menciona que los jóvenes identificaron aquellas problemáticas que creían que afectaban a su comunidad y las posibles causas y consecuencias.

Contextos teóricos

La orientación vocacional y la orientación ocupacional

Se puede entender la Orientación Vocacional como proceso paternal en el sentido que ayuda a observar las posibilidades que tiene cada cuerpo humano para lograr cosas magnas si se está motiva si observa, si escucha, aprende y evalúa su entorno acompañado de un ejemplo a seguir, de alguien encariñado con su labor y con las personas que orienta.

Es un aporte muy valioso que contribuye al mejor desarrollo y a la plenitud del ser humano. La orientación no es proceso finito, sino que la colaboración del orientador debe llevar a que el orientado obtenga suficiente conocimiento de sí mismo para que pueda r comprendiendo sus cambios, aceptando sus progresos y limitaciones y que pueda ir entendiendo la cambiante realidad para poder ir ajustándose creativamente a su entorno. (López, 2006)

Por su parte, Molina (1985) manifiesta en su libro Orientación Vocacional II, que la orientación vocacional es uno de los hechos más ocultos, pero más determinados de la plenitud de la vida del hombre, es uno de los móviles más recónditos, que animan la participación adecuada o impropia del género humano en la vida social y que ha motivado uno de los afanes más nobles más difíciles y más necesarias de la psicopedagogía actual.

Respecto al concepto de Orientación Ocupacional, Mosca y Santiviago (2017) Da a conocer en su escrito con el tema de conceptos y herramientas para aportar a la orientación vocacional ocupacional de los jóvenes que la orientación es un vínculo conversacional en el que una persona recibe apoyo para poder encontrar alternativas y tomar decisiones, de manera consciente voluntaria y comprometida. También define la ocupación como la actividad que realiza una persona para obtener una fuente de ingresos y que determina su posición social, su rol social.

González, Obregón y Díaz (2013) expresa en el manual de acompañamiento en Orientación Socio Ocupacional que la Orientación Socio Ocupacional es una compresión integral del individuo en donde se construye su interacción permanente con el entorno social, político, cultural y económico en que se desenvuelve; en este proceso cada persona configura su identidad y sus imaginarios acerca de lo que desea para su vida, reconoce sus motivaciones esenciales, sus intereses y sus creencias.

Profesores Técnicos de Formación Profesional en la especialidad de servicios a la Comunidad (PTSC)

El Trabajo Social en el ámbito educativo parte formalmente de la constitución de los PTSC; es por eso que su protagonismo es relevante en la labor del Trabajador Social dentro de dicho ámbito. La actuación multiprofesional del trabajador social estaba enmarcada únicamente en la educación especial, pero al evidenciarse un vacío organizacional y funcional dentro de la institución educativa (Niebles, Hoyos & De-La-Ossa-Guerra, 2019) se redirecciona su rol en el campo de la educación como profesor técnico de servicio a la comunidad para poder darle una integridad y una calidad a esta.

En los inicios de la especialidad Servicios a la Comunidad, el profesional que nos ocupa era trabajador social en Equipos Multiprofesionales para la Educación Especial. Debido a que su trabajo se centraba en el ámbito educativo, se decidió que los trabajadores sociales pasaran a formar parte del cuerpo profesional del sistema educativo. De modo que era necesario crear una especialidad y se dio paso al procedimiento de funcionarización (1993). Así, estos profesionales se reconvirtieron en Profesores Técnicos de Servicios a la Comunidad. (González, 2016, p. 10)

Los PTSC nacen como una rama de los profesores técnicos en formación profesional. Se busca una educación de calidad que sea también una educación de equidad y es aquí donde agentes sociales como el trabajador social pueden capacitarse para la educación social, contribuyendo a la adaptación de la escuela al cambiante contexto y prestándose como apoyo al profesorado en el ámbito socioeducativo, “pudiendo encontrar un clima de desesperación a la hora de abordar la problemática relacionada con las conductas disruptivas, la falta de motivación, el absentismo y la agresividad” (Sánchez, 2008, p. 42) que el profesorado no podría abordar por falta de tiempo y capacitación.

Se trata de una especialidad del cuerpo de profesores técnicos de formación profesional que no encuentra correspondencia en su denominación y sus funciones, con las de ningún otro profesional ni del ámbito educativo, ni del ámbito social; aunque guarda con éste último una estrecha relación, tanto por el carácter de las funciones a desempeñar, como por la formación que se exige a las personas que forman parte de esta especialidad, siendo la mayor parte de ellas tituladas en Trabajo Social o Educación Social (González, 2017, párr. 2).

Teniendo en cuenta el eje del presente estudio, pero sin dejar de remarcar la importancia del PTSC como profesor técnico especializado en servicios a la comunidad, desde la coordinación, estimulación y velador tanto de los DDHH dentro de la comunidad como defensor de la teoría de sistemas para la funcionalidad del sistema educativo; “[...]El Profesor Técnico de Servicios a la Comunidad puede desempeñar su labor en dos vertientes diferentes: por un lado, impartiendo docencia en la formación profesional específica de distintos ciclos formativos y por otro, en orientación.” (González, 2016, p.9). En el presente estudio, actuando de forma selectiva, la última variante, que es desde donde, además de reforzar aprendizajes instrumentales básicos, programas de desarrollo cognitivo y desarrollo de habilidades sociales, favoreciendo la integración social y afectiva de todo el alumnado, que, citando a Sánchez (2008) también se va a:

Proporcionar criterios para que el plan de acción tutorial y el plan de orientación académica y profesional atiendan a la diversidad social y cultural del alumnado, facilitando la acogida, integración y participación del alumno en desventaja, así como la continuidad de su proceso educativo y su transición a la vida adulta y laboral. (p. 44)

Trabajo Social educacional

Los académicos traen consigo herramientas de saber que comparten con sus contemporáneos en la escuela, donde a su vez descubren otras formas de ver la realidad y los fenómenos mientras se relacionan, pero estos saberes vienen de contextos externos, de relaciones externas a la escuela y que no siempre están bien orientados o bien interpretados y quizás sean saberes corruptos, por llamar así a aquellos conocimientos que perjudican el propio ser o a los cercanos. Es por esto que entender el contexto social, aprender valores, cultura y desarrollar habilidades para la interacción desde cualquier profesión es indispensable.

Si bien, todo en educación exige un componente social, el peso ha recaído en la escuela como saber, disciplinamiento del cuerpo y la conducta social, preparación para la vida adulta y productiva, pero lo social toma lugar ante el desbordante panorama de problemáticas producto de la exclusión social o de momentos de crisis marcados en la historia de cada contexto. (Sánchez, 2014, p. 39)

Los trabajadores sociales forman parte ya del sistema educativo formal, del no formal y del informal. Ocupan en la educación un rol en los Equipos de Orientación Educativa y Psicopedagógica (EOEPS); educan fuera de la formalidad a personas vulnerables, y orientan en valores, comportamientos y pensamientos a los usuarios desde sus tres métodos de intervención: individual, grupal y comunitario, donde los individuos, tras la mejora a sus problemáticas, y el trabajo implícito en esta mejora aprenden y configurar sus formas de compartir conocimientos y de accionar. En la educación formal, trabajador social apoya la formación complementaria “operando sobre contenidos transversales como la salud, la igualdad de género, la tolerancia, la no violencia...” (Puyol & Hernández, 2009, p. 109), igualmente, apoya la formación profesional en Trabajo Social, emplea procedimientos conversacionales y actúa como adulto de referencia para los educandos y educadores; por otra parte, dentro de la educación no formal puede actuar “impartiendo cursos de habilidades sociales y cognitivas, de técnicas de resolución de problemas, de escuelas de padres, de comunicación o de técnicas de búsqueda de empleo, por citar sólo algunos ejemplos” (Puyol & Hernández, 2009, p. 110); para la educación informal el trabajador social ayuda a las personas a aprender y estimula aprendizajes mediante las interacciones y aprendizajes que genera (Puyol & Hernández, 2009). Además, según el mismo autor, es importante tener en cuenta también el papel que este actor desarrolla desde su visita domiciliaria, su acercamiento al contexto.

A veces, se minusvalora, por ejemplo, el papel educador que puede tener una conversación con un chico en la calle o en el patio de un instituto. El trabajador social, que está realizando esa complicada tarea, aproxima servicios a los contextos vitales, donde están las personas. (p.110)

La intervención del Trabajo Social en la educación puede ser de forma directa, actuando desde lo que transmiten los estudiantes; o indirecta, actuando consultando con los “consejos escolares y otros profesionales para crear nuevas políticas y programas para servir mejor a los estudiantes” (Calvillo, 2013, párr. 13).

Para concluir, el sistema educativo abarca más que sólo el ámbito institucional, podría decirse que la educación se encuentra en todos los sistemas, que la educación es intrínseca al ser humano, y que este se desarrolla de la mano de esta.

El sistema educativo abarcaría las actividades educativas que se desarrollan en la familia, en los grupos de parentesco, en el sistema escolar (elemento formal del sistema educativo), en los grupos locales de amigos, en los de edad, en los sexuales, en los estatales, en los de lenguaje, en los religiosos, en los políticos, en los laborales, en los medios de comunicación (más media) en su más amplia extensión, en las clases sociales determinadas, [...], etc. (Colom, 1984, citado en Sánchez, 2014, p. 34)

Concepto de interdisciplinariedad escolar

La interdisciplinariedad escolar basa su existencia en la habilidad de integrar conocimientos pertenecientes a varias disciplinas que en una sola práctica logren articularse de manera eficaz y efectiva y que tengan en cuenta cada aspecto del contexto desde la ciencia y la experiencia.

Se trata de la instalación de conexiones (relaciones) entre dos o más disciplinas escolares. Dichas conexiones son establecidas a nivel curricular, didáctico y pedagógico y conducen al establecimiento de vínculos de complementariedad o cooperación, de interpenetraciones o acciones recíprocas entre estos y sus diferentes aspectos (finalidades, objetos de estudio, conceptos, y nociones, procedimientos de aprendizaje, habilidades técnicas, etc.), con el objeto de promover la integración tanto de procesos de aprendizaje como de los saberes en el alumno. (Lenoir, 2013, p. 81)

La intervención educacional debe ser holística e interdisciplinar, debe ser integral; sin delegar funciones explícitas que dejen de lado las otras disciplinas. Según Puyol & Hernández (2009) el Trabajo Social, “para la intervención requiere de otras disciplinas que la apoyen y complementen, ya que sola difícilmente podría conseguir objetivos de mejora de la sociedad en la que nos ha tocado vivir.” (p.108). De igual forma, el mismo autor afirma que “Muchas veces el ver la realidad desde una única disciplina distorsiona dicha realidad e impide planteamientos serios y acertados de intervención.” (Puyol & Hernández, 2009, p.109)

La colaboración entre profesorado y trabajadores sociales en situaciones como las descritas parece totalmente imprescindible, sin embargo, en las escuelas y los institutos no siempre se consiguen unas relaciones eficaces entre los profesionales de ambos campos. La principal dificultad radica en comprender que no se trata de repartirse los problemas, sino de actuar conjuntamente y el profesorado a menudo espera que el trabajador/a social se ocupe del problema para que él pueda dedicarse mejor a enseñar en vez de asumir que también debe implicarse en la solución. (Torra, 2009, p. 126)

Modelo Sistémico en el ámbito escolar

El modelo sistémico es una estrategia pertinente para abordar la interdisciplinariedad dentro del contexto escolar y nace de la teoría de sistemas que nos dice que “Un sistema es una organización de elementos unidos por algún tipo de interacción o dependencia formal” (Viscarret, 2009. p. 336). Este modelo:

Parece acoplarse a lo que muchos trabajadores sociales constatan en su práctica profesional, como es la no linealidad de los procesos y de los comportamientos sociales. Además, propone un modelo de intervención que permite que diferentes métodos prácticos de intervención puedan ser integrados dentro del mismo marco. (Viscarret, 2009. p. 336)

Dentro del contexto escolar está visto que el trabajador social debe tener en cuenta un apoyo teórico de intervención que incluya a la familia dentro del proceso socioeducativo y psicosocial del estudiante; debe tener en cuenta las relaciones interpersonales y los escenarios en los que se encuentran estos y van a influir en el pensamiento y comportamiento de los mismos. Se trata entonces de una intervención global.

El trabajador social sistémico no tiene la necesidad de que existan usuarios y puede trabajar con diferentes personas implicadas en un mismo problema social, actuando en el ámbito de las disfunciones o dificultades de interacción (comunicación) entre los diversos sistemas implicados: usuarios, organizaciones, grupos, familias o comunidades. (Viscarret, 2009, p. 340)

La importancia de dicho enfoque como el más adaptable a la intervención en instituciones educativas radica en que, como dice Compañ (2000) “Es esta visión global la que nos permitirá una mejor comprensión de situaciones que, analizadas individualmente, aparecen como inexplicables, o nos facilitará el adecuado diseño para promover cambios” (p. 3). Visto para la orientación, se trae a colación la siguiente frase del mismo autor, donde se refleja la participación profesional como ejemplo para los estudiantes que, además de aprender de ellos, crean una relación afectiva con ellos, una red social fuerte y fructífera “el profesor como referente en el proceso de convertirse en "persona" (Compañ, 2000, p. 9).


Conclusiones

El trabajador social ocupacional está provisto de herramientas importantes y conocimientos pertinentes que pueden aportar de manera significativa a la escuela descubriendo otras formas de ver la realidad y los fenómenos socio – educativos, culturales y de interacción disciplinar.

Es fundamental tener en cuenta la interdisciplinariedad en los contextos escolares. La escuela es un espacio donde no solo se involucran profesores y administrativos, es todo un prisma de posibilidades para integrar conocimientos pertenecientes a varias disciplinas que en una sola práctica logren articularse de manera eficaz y efectiva y que tengan en cuenta cada aspecto del contexto desde la ciencia y la experiencia.

Un elemento importante en el rol del Trabajador Social en la escuela es la intervención educacional, la cual debe tener un trabajo de complementariedad, es decir apoyarse de otras disciplinas y profesionales de los escenarios escolares en función del bienestar de los actores educativos


Referencias