Responsabilidad
social empresarial: ¿oportunidad o sofisma?
INVESTIGACIÓN
EN CURSO
LEONARDO FABIO PÉREZ
SUESCÚN
Contador Público.
Administrador de
Empresas.
Especialista en
Finanzas.
Especialista en
Administración de la Informática Educativa.
Magíster en Desarrollo
Sostenible y Medio Ambiente.
Candidato a Doctor en
Ciencias Económicas y Administrativas.
Doctorando en Ciencias
Gerenciales.
Docente Investigador.
Coordinador Académico
de la Regional Magdalena de la Corporación Unificada Nacional de Educación
Superior.
INVESTIGACIÓN
Fecha de Recepción: 06 de Julio de 2015
Fecha de Aprobación: 23 de Septiembre de 2015
RESUMEN
En
este artículo se presenta un análisis de la responsabilidad social empresarial
como una oportunidad de materializar los postulados éticos que orientan el
actuar organizacional, se fundamentó en los postulados teóricos de Argandoña. (2009), Bédard. (2003)
Gómez. (2014), Holliday. (2010), Ruiz-Navarro. (2012)
entre otros autores, se enmarca en una metodología documental y analítica. Se
delibera sobre la importancia de la RSE como un valioso instrumento para la
gestión integral de las organizaciones, adoptando principios que permitan
abordar de manera integral el rol de la compañía dentro de la sociedad,
dimensionando los aspectos económicos inherentes a la organización, pero
también los sociales y ambientales propios del contexto donde desarrolla su actividad.
Palabras claves:
RSE, desarrollo sostenible, Ética, Principios Empresariales, stakeholders.
ABSTRAC
This article
presents an analysis of corporate social responsibility as an opportunity to
realize the ethical principles that guide organizational action, was based on
the theoretical postulates of Argandoña presents.
(2009), Bédard. (2003) Gómez. (2014), Holliday.
(2010), Ruiz-Navarro. (2012) among others, is part of a documentary and
analytical methodology. It discusses the importance of CSR as a valuable tool
for the integrated management of organizations, adopting principles for
comprehensively address the role of the company in society, sizing inherent in
the organization economic aspects, but also the own social and environmental
context in which it operates.
Keywords: CSR, sustainable development, Ethics, Business Principles,
stakeholders.
EJE TEMÁTICO: DESARROLLO
SOCIAL Y SOSTENIBLE
1. INTRODUCCIÓN
Cada vez son más los
adelantos tecnológicos, el desarrollo industrial, la búsqueda de alternativas
para facilitar que el hombre moderno se comunique y acceda a las diversas
formas de conocimiento; los países se miden de acuerdo a su riqueza utilizando
indicadores como el producto interno bruto y gran parte de la población mundial
relaciona al progreso con desarrollo económico. En tanto, surgen una serie de
efectos producto de esta percepción de desarrollo, asociado al uso, afectación
de los recursos naturales, sus impactos en los ecosistemas y las condiciones de
vida de la población. Para gestionar las
consecuencias de las actividades antrópicas han surgido iniciativas, además de
tendencias como el Desarrollo Sostenible y la Responsabilidad Social
Empresarial – RSE.
El análisis crítico que
se presenta a continuación, consolida las apreciaciones en torno a la responsabilidad que tienen las organizaciones
empresariales con la sociedad; teniendo como soporte una aproximación
conceptual sobre la responsabilidad social empresarial, los alcances que su
adecuada implementación puede tener en la solución de las problemáticas
sociales y ambientales que afectan a la humanidad.
En ese orden de ideas, se presenta
desde una óptica crítica el análisis de
la RSE de las empresas y la articulación de las mismas a los lineamientos del
desarrollo sostenible.
2. APROXIMACIÓN CONCEPTUAL A LA
RESPONSABILIDAD SOCIAL EMPRESARIAL
El desarrollo de los estados capitalistas tanto en lo
social como en lo económico ha estado indisolublemente ligado al desarrollo
empresarial, sin embargo, el éxito empresarial no necesariamente se asocia con
los resultados o la solución a los problemas sociales, pues es una responsabilidad
que históricamente ha sido asignada al estado. Es inadmisible considerar la
prosperidad empresarial rodeada de la pobreza e insatisfacción de las
necesidades básicas de las comunidades que se constituyen en el entorno
inmediato de estas organizaciones.
Justamente,
las empresas como columna vertebral de las estructuras que impulsan las economías de los países, deben asumir la responsabilidad de implementar procesos
orientados a redimensionar el rol que han desempeñado en los procesos de
desarrollo, enmarcados dentro del concepto de sustentabilidad adoptado como
paradigma. De tal modo que acoja e interiorice principios, valores, políticas,
estrategias y prácticas circunscritas dentro de los lineamientos de la
sostenibilidad.
En
tal sentido, una empresa será sostenible en la medida que sus objetivos excedan
los meramente económicos y adopte metas en materia social y ambiental. Tal como
lo expresan Rodríguez y Ricart (2002) “Una empresa es sostenible si, y sólo si, su
estrategia de negocio está diseñada para lograr de forma integrada una triple
cuenta de resultados satisfactoria. En suma, una empresa será sostenible si su
estrategia de negocio nace de la convicción de formar parte, y por lo tanto de
depender, de un único sistema económico, medioambiental y social, del único que
existe… ello implica que su estrategia tenga en cuenta, además de los elementos
competitivos tradicionales, la corresponsabilidad de la empresa en el
mantenimiento y desarrollo de los recursos escasos sociales y naturales de los
que se nutre”.
Además es preciso señalar que la responsabilidad social empresarial,
excede los límites de los probables beneficios que se deriven de esta práctica,
pues su esencia permea la filosofía, los principios empresariales y éticos
sobre los cuales se erige la organización. No se trata simplemente de ofrecer
beneficios sociales o implementar programas ambientales, sino de compartir los
beneficios que obtiene la organización como resultado de la actividad que
desarrollan con criterios de sustentabilidad en un contexto específico, donde
se interactúa, con un ecosistema y una población.
La
Responsabilidad Social de las Empresas fue definida por la Comisión Europea en
el libro verde de Lisboa en 2001 como “La integración voluntaria, por parte de las empresas, de las
preocupaciones sociales y medioambientales en sus operaciones comerciales y sus
relaciones con sus interlocutores” (Pág.7)
De
tal modo que la filosofía de la sostenibilidad debe impulsar un nuevo orden de
relaciones entre todos los agentes del desarrollo, que permitan construir
visiones compartidas, modos, además de escenarios de interacción en el propósito de
orientar los procesos, integrando las dimensiones humana, ambiental y económica
hacia los objetivos superiores de la sociedad.
El Consejo Empresarial Colombiano para el Desarrollo
Sostenible CECODES, como miembro del movimiento empresarial internacional
liderado por el Consejo Mundial para el Desarrollo Sostenible (World Business Council for Sustainable Development – WBCSD),
define el desarrollo sostenible empresarial como la visión de largo plazo que
busca el equilibrio entre el crecimiento económico, progreso social y balance
ecológico, dentro de un proceso de mejoramiento continuo de la acción
empresarial que garantice una mejor calidad de vida para las generaciones
presentes y futuras. La actividad empresarial es un poderoso agente de cambio
social, tanto al interior de la empresa como en su relación con las diferentes
comunidades.
En
este orden de ideas, las empresas han
debido empezar por redefinir su rol en los procesos de desarrollo social con
base en posiciones éticas de quienes las dirigen. Se crea entonces, un nuevo
orden de relaciones empresa sociedad que implican comportamientos responsables
ante los complejos desafíos socioeconómicos y ambientales propios de los
contextos donde desarrollan su actividad productiva.
Para
Argandoña (2009) “La RSC significa cosas distintas para distintas personas: una excusa
para introducir nuevas regulaciones, una técnica de gestión, un procedimiento
para aumentar los beneficios o para tranquilizar la conciencia, o para ganar
legitimidad… pero si se entiende así, la RSC no tiene futuro. Por el contrario,
debe entenderse como una responsabilidad ética, que las empresas deben cumplir
porque esa es la mejor, la única manera, de llevar a cabo lo que la empresa es
y de cumplir con excelencia la tarea de los hombres y mujeres que las dirigen,
que es lo que la sociedad espera de ellas, más allá de los intereses
particulares de sus stakeholders en cada momento”.
Como
se aprecia, la diversidad de conceptos en materia de Responsabilidad Social Empresarial por parte
de los actores involucrados en el proceso, impide de alguna manera la identificación,
así como la adopción de propósitos comunes, lo que imposibilita articular las
acciones estatales, privadas y de la sociedad civil para atender efectivamente
las problemáticas a intervenir.
Lo
anterior, sin considerar aún, la
inaplicación de instrumentos estandarizados de medición o evaluación
cualitativa de los verdaderos alcances de las prácticas de RSE por parte de las
empresas; a pesar de los desarrollos logrados en esta materia por
organizaciones como Global Reporting Initiative, The Global Compact,
ISO, Ethos, Cecodes, entre
otras.
“El
debate de si una empresa es responsable o no de lo que le suceda en su interior
continúa pero cada vez se hace más evidente que una empresa no puede dejar de
lado las prácticas de sus socios comerciales porque esto terminara afectando
negativamente en sus resultados finales. En el caso de los grandes compradores
como los Estados en general y las grandes empresas, por el volumen de compras
que manejan, podrían incentivar a sus empresas proveedoras para que estas
incorporen criterios de sustentabilidad social, económica y ambiental. El
suministro responsable requiere una serie de procesos, desde la definición de
criterios ambientales y sociales, pasando por los sistemas de evaluación y
selección hasta el trabajo conjunto con el proveedor para que pueda ser social
y ambientalmente responsable. Cuando los posibles proveedores están en la base
de la pirámide económica y se trata de personas de bajos ingresos, con falta de
acceso a formación y recursos, se encuentran con modelos de inclusión en los
negocios”. (Cortés, 2013)
Como
lo expresa el autor, es significativo el impacto que las organizaciones
socialmente responsables pueden tener en su cadena de valor, lo cual las
convierte en multiplicadoras de esta cultura, además de ser un
instrumento con mucho potencial para avanzar en la adopción de estructuras
empresariales que reconozcan no solo las implicaciones económicas de su
operación, sino las sociales y ambientales.
Según
(Francés, 2014) “desde un enfoque riguroso de ética aplicada no podemos
simplemente dar por válidos estos discursos. Además, la propia gestión
empresarial se resentiría si así se hiciera. La idea que respalda la gestión de
stakeholders no es sólo instrumental (respetar los intereses de los
interesados en lo más conveniente para los fines de la empresa) o política (el
contexto exige responder a las demandas sociales), sino también ética: hay
razones independes de las económico-políticas que hacen obligatorio ese
respeto. Y sólo si la gestión se basa en, o tiene en cuenta, esas razones,
puede esperar legitimarse satisfactoriamente ante todos los interesados”.
Analizando
los postulados de Francés, se aprecia que un programa de responsabilidad social
no se circunscribe únicamente a un plan de acción en favor de los stakeholders
internos y externos, es indispensable consolidar una plataforma ética que más
allá de los resultados, legitimen su accionar en principios morales
establecidos e interiorizados por la organización, así como por las personas que de ella hacen
parte.
3. TENSIONES ENTRE LA TEORÍA Y
PRÁCTICA DE LA RSE
La
problemática del cambio climático hace parte de la agenda de los gobiernos y de
los organismos multilaterales, las implicaciones ambientales, sociales y económicas empezaron a manifestarse, los pronósticos de
los expertos no son nada alentadores. Según (Guardela y Barrios,
2006) “El
mundo empezó a preocuparse por la situación ambiental y económica a raíz del
deterioro consciente o inconsciente de los recursos naturales…”
El desarrollo sostenible implica
el concurso de todos los estamentos de la sociedad, es necesaria la
participación de las entidades gubernamentales, el sector productivo y la
sociedad civil, en el propósito de desarrollar acciones que propendan por el
uso sustentable de los recursos naturales. Por tanto, es pertinente indagar:
¿Cómo participan las
Corporaciones en la búsqueda del desarrollo sostenible?
Las corporaciones a lo largo de
la historia han definido como su principal objetivo la generación de valor a
sus propietarios, a cambio de ofrecer bienes y servicios que el usuario demanda;
otros que ofertan para direccionar el consumo, creando necesidades artificiales.
Es así, como las corporaciones han manipulado los mercados, modelando los
gustos de la sociedad, a cambio de lucros económicos e incrementos en las
brechas de desigualdad social. Una de las formas más visibles de esta práctica
es ejercida a través de los medios de comunicación.
De acuerdo con Francis Bacon
“quien tiene el conocimiento tiene el poder”, esta frase ha sido reemplazada
por “quien controla los medios de comunicación controla el poder”, pues en lo
mediático está la clave de generar una primera impresión que afecta la
capacidad cognoscitiva del individuo. Es preciso resaltar además, que estos
medios tienen control estatal, respaldo financiero de origen público y privado,
que en muchos casos, lo hacen parte de la estrategia de un estado por no solo
controlar la información, sino que pueden incluso influir tanto en los comportamientos,
como en las decisiones de los individuos y organizaciones sociales.
Brevemente y tal como lo
expresa Escarpit citado por García Gordillo (2000)
para el cual el termino se encuentra “en el ejército romano, donde la
compañía llevaba el nombre de "manípulo" (literalmente, lo que cabe
en el hueco de la mano). La dimensión manipular correspondía a una situación en
que el jefe aún tenía vías de comunicación directas e inmediatas con sus
subordinados, como la voz y el gesto, lo que le permitía manipular a su unidad
globalmente, insertándose él mismo en la red informativa interna que le
otorgaba su identidad”. Como similitud
podría utilizarse el término “jefe” para citar a las multinacionales que tienen
influencia en los sectores comerciales mundiales, y como a su “ejercito” a los
consumidores o grupos de interés para sus propósitos.
Además de la influencia y
manipulación por la vía de los medios masivos de comunicación, es innegable el gran aporte del sector
productivo en el desarrollo de las estructuras económicas de los países, sin
embargo, la concepción de infinitud de los recursos provistos por la naturaleza
bajo las cuales se edificó el modelo económico, aunado al avance tecnológico de
las últimas décadas, a un marco normativo permisivo, así como a los hábitos de
consumo de la sociedad, han generado el deterioro de nuestros
ecosistemas, poniendo en riesgo su capacidad de resiliencia, la provisión de
bienes a las generaciones futuras, creando además de los ya citados, impactos
tales como:
Ø Afectación
de la salud pública por los niveles de contaminación ambiental.
Ø Emisión
de gases, vertimientos y residuos sólidos en ecosistemas vitales para la
población.
Ø Externalización
de los costos ambientales.
Ø Desertificación
y reducción de bosques.
Ø Problemáticas
ambientales de carácter global.
Ø Conflictos
por el uso del agua y del suelo.
Ø Pérdida
de productividad en las actividades agropecuarias
Las empresas han efectuado un
gran aporte al desarrollo de las sociedades, sin embargo, sus prácticas
empresariales orientadas por el principio superior de lograr el objetivo básico
financiero externalizando los costos ambientales y sociales, representan una
carga para la sociedad que resulta inadmisible bajo el enfoque del desarrollo
sostenible.
Pese a lo anterior, el rumbo de
las grandes organizaciones multinacionales como el de los mercados en los que
operan, están muy lejos de asumir esta postura como paradigma, pues su actuar
sigue basándose en la agregación de valor a las compañías por la vía de la
disminución de los costos de operación. Justamente esta práctica empresarial promovida
por las grandes corporaciones ha traído como consecuencia la instalación de
factorías en países en vía de desarrollo, donde la legislación es permisiva,
favoreciendo el pago de salarios ínfimos, condiciones de trabajo deplorables
y en el caso de la actividad minera, un
enorme daño ambiental en muchos casos irreversible.
Surgen entonces los siguientes interrogantes:
¿Es esto RSE? ; ¿En qué etapa o
parte del rombo del conocimiento que presenta Bédard
(2003) se han estancado las empresas?, ¿Por qué se detuvieron ahí?, ¿Cuáles serían las posibles
soluciones frente a una sociedad de consumo que se nutre de la manipulación de
la información, así como del ser ontológico, partiendo del hecho que dicho rombo
es la situación ideal que se debe presentar entre el conocimiento y el
individuo?
A partir de estos interrogantes,
se entrelazan una serie de inquietudes que desvirtúan en la realidad las cuatro
dimensiones filosóficas (Praxeología, Epistemología, Axiología, Ontología) que
fundamentan la RSE. Por tanto, más que los procesos en los cuales habría que
entrar para que el individuo tuviese unos comportamientos acordes a la visión
de la RSE, es el cómo se vigilan los diferentes valores culturales y éticos de
tal forma que el individuo que no tiene la capacidad de razonar o conocer lo
que realmente es su bienestar social en concordancia con los postulados del
desarrollo sostenible.
No basta tener un modelo que
mantenga el rombo propuesto por Bédard, se necesitan actores activos, grupos de interés, mecanismos e instrumentos,
indicadores para la medición, pero especialmente líderes con capacidad de decisión;
no disponer de estos elementos vuelven muy complejo alcanzar las dimensiones teóricas
propuestas por el autor para hacer reaccionar al individuo, la familia y la sociedad
misma, ante un sistema basado en el
consumo que resulta insostenible.
En este sentido, es notoria la inexistencia de una verdadera
política de responsabilidad social empresarial en las organizaciones, soportada
en acciones prácticas, no solamente en fundamentos teóricos, más aún, cuando estas corporaciones desarrollan
campañas publicitarias de RSE en sus países de origen, pero aplican prácticas
inhumanas en los territorios donde ejercen su actividad, lo cual es plena
prueba que no han interiorizado el concepto, mucho menos adoptado los
principios éticos de su actuar corporativo.
Pero si estas conductas parecen
graves, lo es más todavía el poder que han logrado consolidar las corporaciones
a nivel mundial, así como su grado de influencia en los regímenes de los países
donde desarrollan su actividad y en los organismos multilaterales que promueven
la adopción de políticas en materia socioeconómica.
En ese orden de ideas, esta
realidad hace cada vez más difícil la expedición, pero especialmente la
aplicación de normas que regulen las prácticas empresariales que no reconocen
límites en su operación, como por ejemplo en el caso Colombiano, donde las
campañas políticas son financiadas con aportes del sector privado, luego los
elegidos serán responsables de expedir el marco regulatorio de sus
benefactores. Es así, el poder de las naciones cada día se debilita más como
consecuencia de la integración de los mercados, a través de los tratados de
libre comercio e integración de bloques económicos, promoviendo y facilitando
el actuar perverso de las corporaciones.
De acuerdo con lo planteado, la
generación de riqueza sigue siendo el único faro que guía el actuar de muchas
empresas, para el logro de este objetivo
disponen de mecanismos para manipular la información ocultando las realidades
de su verdadero actuar, frente a esto establecen un sinnúmero de compromisos e
iniciativas que promueven como RSE, que los
haga ver como entes comprometidos y preocupados por “responder” ante los
efectos de su actuar, sin embargo el uso instrumental que hacen del termino
dista mucho de sus verdaderos alcances e importancia.
Pese a lo anterior, existen una
serie de iniciativas que de manera gradual podrían introducir las
transformaciones que la sociedad demanda, una de ellas, el poder del consumidor
sobre las decisiones del mercado, pues en la medida que los consumidores dispongan
de la información para valorar el desempeño de las organizaciones en materia de
RSE, podrán elegir los productos o servicios de las compañías socialmente
responsables.
Un segundo elemento lo constituye
la normalización, de ahí la urgencia de que se adopten e implementen la
presentación de reportes, que permitan cuantificar y evaluar el real desempeño
de las organizaciones en esta materia, pero especialmente la construcción de
canales de comunicación, que garanticen la difusión de la
información, además de la creación de una cultura que coadyuve a la
estandarización tanto para el sector público como privado.
4. CONCLUSIONES
El Estado debe garantizar, como ejercicio de responsabilidad
social empresarial, el cumplimiento de la normatividad en materia ambiental,
laboral, comercial, tributaria, etc. así como el respeto por los derechos de la población, promoviendo escenarios de
concertación que coadyuven el desarrollo de acciones que articulen sus
esfuerzos con el de las empresas y la sociedad civil.
De igual forma el Estado o en su
defecto las agremiaciones, deben regular e implementar los mecanismos de
participación y consulta, que facilite a la población acceder a información
confiable que permita evaluar los verdaderos alcances de los programas de RSE
de las organizaciones, este es un aspecto vital en un contexto caracterizado por una efímera cuestión de moda o un asunto
de convincente pero engañosa publicidad. Sin duda es un asunto evidentemente
urgente, que podría constituirse en un factor decisivo para atender las
necesidades de la población en todas sus dimensiones, en tanto se asuma como
una Ética, honesta, justa e integra estrategia empresarial.
La RSE no es, ni
puede ser un asunto exclusivo de los grupos empresariales y el estado, es
necesario promover la difusión de sus bases conceptuales, para que la sociedad
en general asuma un rol protagónico,
haciendo uso de los medios de presión de los que dispone, especialmente
de la elección a la hora de adquirir un producto, que en conjunto constituye la
fuerza del consumo.
Para lograr los
cambios que el sector empresarial amerita en materia de RSE, es necesario primero
transformar a las personas que ejercen liderazgo dentro de las mismas, pues en
últimas los principios de las organizaciones están alineados con los de los
accionistas, ejecutivos y empleados, lo cual supone la necesidad de abordar en
primer orden la transformación del talento humano, donde se dispone de dos
escenarios, el núcleo familiar en primer orden, además del sistema educativo,
cuyas debilidades han permitido surgir la cultura del todo vale por la carencia
de una sólida formación ética.
Es evidente la
necesidad de una institucionalidad fuerte, especialmente en Latinoamérica, con
la capacidad de interlocución para liderar la articulación de los esfuerzos
públicos, privados y de la sociedad civil en el propósito de reducir las
brechas sociales que impiden la participación de millones de habitantes de los
beneficios del desarrollo, en tal sentido (Holliday,
2010. Pág. 9) expresa:
“.....mientras que haya
millones de personas sin poder adquisitivo, la verdadera sostenibilidad global
nos eludirá. Es innecesario decir que, esta gente representa una oportunidad
perdida para los negocios. Las empresas deben trabajar en unión con los
gobiernos y la sociedad para desarrollar vías que permitan a todos compartir
una mejor calidad de vida - no a través de la filantropía sino a través de la
participación económica y la dignidad que la acompaña.......”
REFERENCIAS
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A., & von Weltzien Hoivik,
H. (2009). Corporate social
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